Una suerte de diario
Un rejunte de cosas como descripciones diarias, reflexiones, textos o frases que llamaron mi atención, entre otros...
(Comienzo por la descripción de la rutina, el resto se encuentra al final).
Día 1 (19/05/2020):
Me desperté a las 11am, mi mamá recién había salido de bañarse y me preguntó si ya había desayunado. No, recién me levantaba. Entonces me acompañó a la cocina y me preguntó si quería tostadas, pero no, quería algo más tranqui. El tema es que estamos con la heladera rota desde que empezó la cuarentena, la puerta se cae así que tenemos que hacer unas cuantas maniobras para sacar lo que hay adentro. Decidí comer una manzana, de última si me quedaba con hambre me comía unas galletitas que están en la alacena. Entonces comenzó la acción: mi madre se calzó y levantó la puerta hacia arriba acompañada por la fuerza que ejercía su pie impulsándola desde abajo. Mientras, con su mano derecha sostenía el pituto descolocado de la visagra de la heladera, y con la izquierda la abrió. Ahí entré yo en escena: saqué la jarra con agua y una manzana roja. A continuación mi mamá, sin soltar la mano derecha del pituto, volvió a elevar la puerta y la cerró.
Abrí la puerta del estante y saqué un platito de melamina chico. Paso seguido, busqué un cuchillo en el cajón y comencé a pelar la manzana. Hundí sutilmente el filo del cubierto en la fruta y comencé a desplazarlo horizontalmente hacia la izquierda. Al mismo tiempo ejercía fuerza con mi dedo pulgar derecho, y con mi mano izquierda la sujetaba firme. Recordé cómo mi viejo alardeaba su habilidad para pelar la manzana de forma que la cáscara quede toda unida, sin cortarse en el medio, como un único espiral. Le erré, el cuchillo tocó levemente mis dedos y la cáscara se cortó. Me fijé si me había lastimado, para nada. Seguí dándole vueltas a la manzana, sacándole toda parte roja. Una vez terminada la cuestión, la dividí en cuatro partes. No me quedaron muy simétricas. Removí entonces las semillas y las junté con la cáscara. Al tacho.
Finalmente me serví un vaso de agua y me dirigí a mi cuarto con el plato y el líquido. La manzana estaba perfecta, no me gusta cuando están arenozas ni machucadas, simplemente perfecta.
Día 2 (20/05/2020)
Hoy me desperté a las 9am, charlé un rato con mi vieja, estaba angustiada, había dormido solo dos horas por el insomnio. Me bañé y 10:20am encaré para la cocina. Ahora sí me apetecían unas tostadas. Yo suelo hacerme dos, una con queso crema y otra con manteca, a veces con dulce de leche arriba.
Retomamos el ritual de cuarentena. El calzado, el pie, la puerta, la mano, el pituto, la otra mano. Entonces saqué la jarra con agua, el paquete de pan integral con semillas (cabe aclarar que debe medir unos siete centímetros de ancho, cada vez los hacen más chicos), la manteca, el queso crema y el dulce de leche. Mi mamá cerró la puerta de la heladera y fue a buscar unas galletas de arroz. Mientras que yo abría el paquete del pan y sacaba las últimas dos rodajas, mi mamá fusiló lo último que quedaba del "Cremón Desayuno" y dejó el pote en la bacha de la cocina para lavarlo luego. La miré con asombro, luego al envase vacío, nuevamente a ella.
–Lo maté, no quedaba nada, ayer lo guardé casi vacío –dijo.
Le puse la cara irónica de bronca que le pongo siempre y me reí.
Agarré a continuación la tostadora de chapa llena de migas quemadas y prendí con el encendedor turquesa la hornalla pequeña de abajo a la derecha. Ese encendedor lo tenemos hace uno o dos años, pero recién hace una semana mi vieja descubrió que viene incorporado con una linterna. Fue la revelación de la cuarentena.
Acerqué la manteca al calor del fuego y puse los dos panes sobre la tostadora. No le iba a poner dulce. Mi vieja se fue al living y yo puse el fuego medio. Ahí recordé que tenía que prestar detallada atención en el proceso del desayuno. Dos minutos después comencé a observar un pequeño humito saliente de una de las tostadas que estaba en mayor contacto con la base de la chapa. Tomé un cuchillo del cajón y colocándolo bajo el pan lo volteé. Luego el otro, no parecían estar crocantes, sino más bien blandos. Un ratito después volví a realizar el mismo procedimiento. Con el mismo cuchillo corté un fino pedazo de manteca ya un poco más fácil de manejar y se la puse arriba de las tostadas todavía al fuego.
–¿Qué haces Malena? –preguntó extrañada al ver lo que hacía con la manteca.
–Para que se derrita más fácil.
–No Male, ponéselo después de que las saques.
Yo venía aplicando ese método desde hace años, pero mi mamá optó por notarlo recién hoy.
–Callate que esto va a quedar registrado –le alarmo.
Ella revolea sus ojos. Yo saco un plato de melamina chico mientras me río.
Apago el fuego, saco las tostadas acompañada por el cuchillo y mi dedo índice que apenas se atreve a tocar los panes calientes. Les unto nuevamente manteca, me sirvo agua y llamo a mi vieja para que me ayude a guardar las cosas. La misma maniobra de la heladera.
Finalmente llevé el plato de melamina y el vaso con agua a mi cuarto. En unos diez minutos tenía una clase online. Le doy el primer bocado a una de las tostadas, no estaban tan ricas como de costumbre, pero zafaban.
Día 3 (21/05/2020):
Me despertó la alarma a las 7:30am. Tenía frío. Hoy fue un día especial porque tuve que ir a cuidar a mis hermanxs, bah medios hermanxs. Mi papá (ingeniero satelital) y su esposa (médica) tienen que ir a trabajar a pesar de la pandemia y hoy les coincidió su horario laboral. Postergué la alarma hasta las 8am y volví a la cama. Media hora después me levanté y me vestí muy abrigada porque hacían trece grados. Fui al baño, agarré lo que necesitaba, me puse las zapatillas, el barbijo y salí a la calle, estaba tan solo a siete cuadras. Llegué a las 9am, no los veía hacía mucho tiempo. Les preparé una chocolatada a cada uno, unas tostadas con Casancrem a Jazmín y Santi quería unas galletitas de agua. Acá la heladera funciona, así que fue más sencillo el proceso. Yo me preparé lo mismo, saqué dos panes y los puse en la tostadora eléctrica, por lo que no tuve que ir chequeando para darlas vuelta. Una vez que saltaron, les unté el queso crema y las comí acompañadas de mi nesquick. No me gustó tanto el pan, el de lo de mi vieja era más rico.
Desayunamos en la mesa de la cocina, ellxs miraban videitos en dispositivos electrónicos y me los mostraban. Nos reimos un rato, habían amanecido de buen humor. El bochinche y las peleas entre ellos iban a venir luego al mediodía. Cuando ya solo quedaban migas sobre los platos, levantamos la mesa y se fueron a cambiar. A las 10am tenían clases online.
Día 4 (22/05/2020):
Me desperté 8:30am con la idea de repasar las respuestas al cuestionario para consultar dudas en la clase online. El sueño y el frío me ganaron y me levante 9:20am. Fui al baño y luego a la cocina. Abrí la puerta de la alacena casi instintivamente. Me quedé tildada, ¿qué fui a buscar ahí? El desayuno, cierto. Decidí que lo mejor era agarrar unas galletitas porque era lo más rápido, en veinte minutos arrancaba la clase y no me pintaba comer con la cámara activada. Agarré unas oreo casi con desprecio, aunque me gustan las estoy comiendo muy seguido y ya me están cansando. Yo soy fan de las "Terrabusi Variedad" de chocolate pero no las están vendiendo en los almacenes de mi barrio, tampoco las vainillas.
Saqué un plato de melamina chico del escurridor y coloqué allí el paquete de galletas. A continuación tomé la pava oxidada pero hermosa que tenemos hace años y la llené con un poco de agua. Encendí la hornalla derecha trasera con el encendedor de siempre y coloqué la pava al fuego. A continuación busqué un saquito de té y lo puse en una taza negra y blanca a rayas. Me fijé si ya salía humito del pico de la pava y, pasados unos minutitos, volqué el agua en la taza y me dirigí con el plato a mi cuarto.
Tomé el té y prendí la computadora, faltaban diez minutos para que empiece la clase. Intenté releer el cuestionario del texto para ver si me surgía alguna duda de la segunda parte, pero no hubo caso. De todas formas sólo abordamos la introducción, por lo que no fue problema.
Seguido tenía la clase teórica de la misma materia. Allí tuve problemas de conexión porque nos habían enviado un link incorrecto, pero luego de quince minutos me pude conectar a la clase ya empezada. En el entretiempo por lo menos pude comer mis galletitas tranquila.
Día 5 (23/05/2020):
Me despertó mi mamá a las 10:30am. Ayer le había pedido que si se levantaba por las 11am y yo seguía dormida que me despierte, pero me acosté a las 4am y costó mucho. Me terminé levantando media hora después sólo porque tenía que poner a lavar mis sábanas. Como no sabíamos a qué hora íbamos a comer decidí comer unas pocas galletitas. Tomé el paquete de Cerealitas abierto y lo llevé a mi cuarto. Estaba de muy buen humor, hoy es un día especial. Mientras escuchaba "Esa estrella era mi lujo" en loop, comí mis galletitas y le deseé feliz cumpleaños de nuevo.
Día 6 (24/05/2020):
Sonó la alarma y me levanté entristecida, supongo que por las 9:30am. Mi vieja solicitaba mi ayuda desde la cocina y fui hasta allí sintiendo los ojos pesados, no me había despertado todavía. Tenía que guardar la comida de mi gatita Sara en la heladera. Ella está comiendo un paté especial porque la comida que le corresponde comer le está cayendo mal. Entonces me tocó a mí abrir la heladera, la verdad es que con las maniobras que hay que hacer la tengo más clara yo que mi mamá, ella a veces la cierra mal o se le suelta el pituto de la visagra. Una vez abierta, le pedí que me saque unos panes para hacerme tostadas pero me dijo que ya no quedaba, había que ir a Día.
No quería volver a comer galletitas, tampoco quería una manzana. Se me ocurrió entonces cocinar unos brownies, esos de Exquisita. Mi mamá consideró como una opción ideal que, aprovechando que íbamos a prender el horno, cocinemos la comida del almuerzo. Yo no soy de cocinar, bah, no soy de usar el horno, salvo que se trate de algún chipa o brownie. Tal vez sea así porque mi vieja detesta cocinar y nunca tuve el "ejemplo". También pasa que me baja la presión fácil y muchas veces al usar el horno terminé en el balcón mareada tratando de tomar un poco de aire. Sí, soy un meme.
De todas formas, creo que nunca usé tanto el horno como en esta cuarentena.
Antes de poner a cocinar el pollo con papas y calabaza, prendí el horno e hice el brownie. No me lo veía venir pero mi ayuno incentivó a que me bajara nuevamente la presión y tuve que pedirle ayuda a mi vieja mientras abría la puerta que daba al balcón. Luego, cuando ya estuvo listo el brownie, puse al horno la comida del almuerzo.
Al final no desayuné el brownie y encima me quedó más chato de lo que me suele quedar cuando lo hago con ella. Esto no colaboró con mi mal humor matutino. De todos modos el almuerzo me quedó rico, el Exquisita que comí para merienda también.
Día 7 (25/05/2020):
Me levanté 10:30am, me puse un buzo y fui a la cocina. Ayudé nuevamente a mi mamá a guardar la comida de Sara en la heladera y decidí desayunar el brownie de ayer. Entonces tomé el plato de melamina que había dejado ayer en la mesada con el brownie envuelto en un film y comí uno de los cuantos pedacitos cortados. Mientras saboreaba el riquísimo sabor a chocolate, observé nuevamente el plato y noté que estaba lleno de hormigas. Escupí lo que quedaba en mi boca del chocolate y le avisé a mi mamá.
Las hormigas en mi casa son una plaga, no podes dejar algo de comida que ya te lo atacan, aunque sea una miga. Durante el último tiempo se habían calmado igual, pero volvieron. Ella me recordó que ayer me había advertido que era mejor dejarlo en la heladera, pero como estaba envuelto en un film no creí que iban a poder ingresar. Me equivoqué claramente.
Nos tomamos entonces el tiempo de separar los pedazos de brownie que estaban más alejados de la superficie del plato en donde se encontraban las hormigas. Estaban encimados a otros así que probablemente no tuvieran hormigas. A todos aquellos los pusimos en un plato blanco. Cuando las hormigas ya se habían retirado del plato de melamina, pusimos al resto de en otro. Estuve como una hora observándolos por si encontraba alguna infiltrada. Logré captar tres del plato más afectado y una del menos.
Llegó un momento en donde me resultó tedioso mirar ambos platos, por lo que le asigné uno a mi mamá para que lo supervise. Media hora después, mi vieja me incentivó a comerme algunos trozos de brownies. Yo estaba muerta de hambre. La verdad es que les tenía un poco de desconfianza, pero ya habían pasado como dos horas así que tomé los brownies que habían estado menos expuestos y de los cuales no había salido ninguna hormiga y los comí con suspicacia. Ese fue mi desayuno: brownies esperemos que sin hormigas.
(Comienzo por la descripción de la rutina, el resto se encuentra al final).
- El desayuno - rutina
Día 1 (19/05/2020):
Me desperté a las 11am, mi mamá recién había salido de bañarse y me preguntó si ya había desayunado. No, recién me levantaba. Entonces me acompañó a la cocina y me preguntó si quería tostadas, pero no, quería algo más tranqui. El tema es que estamos con la heladera rota desde que empezó la cuarentena, la puerta se cae así que tenemos que hacer unas cuantas maniobras para sacar lo que hay adentro. Decidí comer una manzana, de última si me quedaba con hambre me comía unas galletitas que están en la alacena. Entonces comenzó la acción: mi madre se calzó y levantó la puerta hacia arriba acompañada por la fuerza que ejercía su pie impulsándola desde abajo. Mientras, con su mano derecha sostenía el pituto descolocado de la visagra de la heladera, y con la izquierda la abrió. Ahí entré yo en escena: saqué la jarra con agua y una manzana roja. A continuación mi mamá, sin soltar la mano derecha del pituto, volvió a elevar la puerta y la cerró.
Abrí la puerta del estante y saqué un platito de melamina chico. Paso seguido, busqué un cuchillo en el cajón y comencé a pelar la manzana. Hundí sutilmente el filo del cubierto en la fruta y comencé a desplazarlo horizontalmente hacia la izquierda. Al mismo tiempo ejercía fuerza con mi dedo pulgar derecho, y con mi mano izquierda la sujetaba firme. Recordé cómo mi viejo alardeaba su habilidad para pelar la manzana de forma que la cáscara quede toda unida, sin cortarse en el medio, como un único espiral. Le erré, el cuchillo tocó levemente mis dedos y la cáscara se cortó. Me fijé si me había lastimado, para nada. Seguí dándole vueltas a la manzana, sacándole toda parte roja. Una vez terminada la cuestión, la dividí en cuatro partes. No me quedaron muy simétricas. Removí entonces las semillas y las junté con la cáscara. Al tacho.
Finalmente me serví un vaso de agua y me dirigí a mi cuarto con el plato y el líquido. La manzana estaba perfecta, no me gusta cuando están arenozas ni machucadas, simplemente perfecta.
Día 2 (20/05/2020)
Hoy me desperté a las 9am, charlé un rato con mi vieja, estaba angustiada, había dormido solo dos horas por el insomnio. Me bañé y 10:20am encaré para la cocina. Ahora sí me apetecían unas tostadas. Yo suelo hacerme dos, una con queso crema y otra con manteca, a veces con dulce de leche arriba.
Retomamos el ritual de cuarentena. El calzado, el pie, la puerta, la mano, el pituto, la otra mano. Entonces saqué la jarra con agua, el paquete de pan integral con semillas (cabe aclarar que debe medir unos siete centímetros de ancho, cada vez los hacen más chicos), la manteca, el queso crema y el dulce de leche. Mi mamá cerró la puerta de la heladera y fue a buscar unas galletas de arroz. Mientras que yo abría el paquete del pan y sacaba las últimas dos rodajas, mi mamá fusiló lo último que quedaba del "Cremón Desayuno" y dejó el pote en la bacha de la cocina para lavarlo luego. La miré con asombro, luego al envase vacío, nuevamente a ella.
–Lo maté, no quedaba nada, ayer lo guardé casi vacío –dijo.
Le puse la cara irónica de bronca que le pongo siempre y me reí.
Agarré a continuación la tostadora de chapa llena de migas quemadas y prendí con el encendedor turquesa la hornalla pequeña de abajo a la derecha. Ese encendedor lo tenemos hace uno o dos años, pero recién hace una semana mi vieja descubrió que viene incorporado con una linterna. Fue la revelación de la cuarentena.
Acerqué la manteca al calor del fuego y puse los dos panes sobre la tostadora. No le iba a poner dulce. Mi vieja se fue al living y yo puse el fuego medio. Ahí recordé que tenía que prestar detallada atención en el proceso del desayuno. Dos minutos después comencé a observar un pequeño humito saliente de una de las tostadas que estaba en mayor contacto con la base de la chapa. Tomé un cuchillo del cajón y colocándolo bajo el pan lo volteé. Luego el otro, no parecían estar crocantes, sino más bien blandos. Un ratito después volví a realizar el mismo procedimiento. Con el mismo cuchillo corté un fino pedazo de manteca ya un poco más fácil de manejar y se la puse arriba de las tostadas todavía al fuego.
–¿Qué haces Malena? –preguntó extrañada al ver lo que hacía con la manteca.
–Para que se derrita más fácil.
–No Male, ponéselo después de que las saques.
Yo venía aplicando ese método desde hace años, pero mi mamá optó por notarlo recién hoy.
–Callate que esto va a quedar registrado –le alarmo.
Ella revolea sus ojos. Yo saco un plato de melamina chico mientras me río.
Apago el fuego, saco las tostadas acompañada por el cuchillo y mi dedo índice que apenas se atreve a tocar los panes calientes. Les unto nuevamente manteca, me sirvo agua y llamo a mi vieja para que me ayude a guardar las cosas. La misma maniobra de la heladera.
Finalmente llevé el plato de melamina y el vaso con agua a mi cuarto. En unos diez minutos tenía una clase online. Le doy el primer bocado a una de las tostadas, no estaban tan ricas como de costumbre, pero zafaban.
Día 3 (21/05/2020):
Me despertó la alarma a las 7:30am. Tenía frío. Hoy fue un día especial porque tuve que ir a cuidar a mis hermanxs, bah medios hermanxs. Mi papá (ingeniero satelital) y su esposa (médica) tienen que ir a trabajar a pesar de la pandemia y hoy les coincidió su horario laboral. Postergué la alarma hasta las 8am y volví a la cama. Media hora después me levanté y me vestí muy abrigada porque hacían trece grados. Fui al baño, agarré lo que necesitaba, me puse las zapatillas, el barbijo y salí a la calle, estaba tan solo a siete cuadras. Llegué a las 9am, no los veía hacía mucho tiempo. Les preparé una chocolatada a cada uno, unas tostadas con Casancrem a Jazmín y Santi quería unas galletitas de agua. Acá la heladera funciona, así que fue más sencillo el proceso. Yo me preparé lo mismo, saqué dos panes y los puse en la tostadora eléctrica, por lo que no tuve que ir chequeando para darlas vuelta. Una vez que saltaron, les unté el queso crema y las comí acompañadas de mi nesquick. No me gustó tanto el pan, el de lo de mi vieja era más rico.
Desayunamos en la mesa de la cocina, ellxs miraban videitos en dispositivos electrónicos y me los mostraban. Nos reimos un rato, habían amanecido de buen humor. El bochinche y las peleas entre ellos iban a venir luego al mediodía. Cuando ya solo quedaban migas sobre los platos, levantamos la mesa y se fueron a cambiar. A las 10am tenían clases online.
Día 4 (22/05/2020):
Me desperté 8:30am con la idea de repasar las respuestas al cuestionario para consultar dudas en la clase online. El sueño y el frío me ganaron y me levante 9:20am. Fui al baño y luego a la cocina. Abrí la puerta de la alacena casi instintivamente. Me quedé tildada, ¿qué fui a buscar ahí? El desayuno, cierto. Decidí que lo mejor era agarrar unas galletitas porque era lo más rápido, en veinte minutos arrancaba la clase y no me pintaba comer con la cámara activada. Agarré unas oreo casi con desprecio, aunque me gustan las estoy comiendo muy seguido y ya me están cansando. Yo soy fan de las "Terrabusi Variedad" de chocolate pero no las están vendiendo en los almacenes de mi barrio, tampoco las vainillas.
Saqué un plato de melamina chico del escurridor y coloqué allí el paquete de galletas. A continuación tomé la pava oxidada pero hermosa que tenemos hace años y la llené con un poco de agua. Encendí la hornalla derecha trasera con el encendedor de siempre y coloqué la pava al fuego. A continuación busqué un saquito de té y lo puse en una taza negra y blanca a rayas. Me fijé si ya salía humito del pico de la pava y, pasados unos minutitos, volqué el agua en la taza y me dirigí con el plato a mi cuarto.
Tomé el té y prendí la computadora, faltaban diez minutos para que empiece la clase. Intenté releer el cuestionario del texto para ver si me surgía alguna duda de la segunda parte, pero no hubo caso. De todas formas sólo abordamos la introducción, por lo que no fue problema.
Seguido tenía la clase teórica de la misma materia. Allí tuve problemas de conexión porque nos habían enviado un link incorrecto, pero luego de quince minutos me pude conectar a la clase ya empezada. En el entretiempo por lo menos pude comer mis galletitas tranquila.
Día 5 (23/05/2020):
Me despertó mi mamá a las 10:30am. Ayer le había pedido que si se levantaba por las 11am y yo seguía dormida que me despierte, pero me acosté a las 4am y costó mucho. Me terminé levantando media hora después sólo porque tenía que poner a lavar mis sábanas. Como no sabíamos a qué hora íbamos a comer decidí comer unas pocas galletitas. Tomé el paquete de Cerealitas abierto y lo llevé a mi cuarto. Estaba de muy buen humor, hoy es un día especial. Mientras escuchaba "Esa estrella era mi lujo" en loop, comí mis galletitas y le deseé feliz cumpleaños de nuevo.
Día 6 (24/05/2020):
Sonó la alarma y me levanté entristecida, supongo que por las 9:30am. Mi vieja solicitaba mi ayuda desde la cocina y fui hasta allí sintiendo los ojos pesados, no me había despertado todavía. Tenía que guardar la comida de mi gatita Sara en la heladera. Ella está comiendo un paté especial porque la comida que le corresponde comer le está cayendo mal. Entonces me tocó a mí abrir la heladera, la verdad es que con las maniobras que hay que hacer la tengo más clara yo que mi mamá, ella a veces la cierra mal o se le suelta el pituto de la visagra. Una vez abierta, le pedí que me saque unos panes para hacerme tostadas pero me dijo que ya no quedaba, había que ir a Día.
No quería volver a comer galletitas, tampoco quería una manzana. Se me ocurrió entonces cocinar unos brownies, esos de Exquisita. Mi mamá consideró como una opción ideal que, aprovechando que íbamos a prender el horno, cocinemos la comida del almuerzo. Yo no soy de cocinar, bah, no soy de usar el horno, salvo que se trate de algún chipa o brownie. Tal vez sea así porque mi vieja detesta cocinar y nunca tuve el "ejemplo". También pasa que me baja la presión fácil y muchas veces al usar el horno terminé en el balcón mareada tratando de tomar un poco de aire. Sí, soy un meme.
De todas formas, creo que nunca usé tanto el horno como en esta cuarentena.
Antes de poner a cocinar el pollo con papas y calabaza, prendí el horno e hice el brownie. No me lo veía venir pero mi ayuno incentivó a que me bajara nuevamente la presión y tuve que pedirle ayuda a mi vieja mientras abría la puerta que daba al balcón. Luego, cuando ya estuvo listo el brownie, puse al horno la comida del almuerzo.
Al final no desayuné el brownie y encima me quedó más chato de lo que me suele quedar cuando lo hago con ella. Esto no colaboró con mi mal humor matutino. De todos modos el almuerzo me quedó rico, el Exquisita que comí para merienda también.
Día 7 (25/05/2020):
Me levanté 10:30am, me puse un buzo y fui a la cocina. Ayudé nuevamente a mi mamá a guardar la comida de Sara en la heladera y decidí desayunar el brownie de ayer. Entonces tomé el plato de melamina que había dejado ayer en la mesada con el brownie envuelto en un film y comí uno de los cuantos pedacitos cortados. Mientras saboreaba el riquísimo sabor a chocolate, observé nuevamente el plato y noté que estaba lleno de hormigas. Escupí lo que quedaba en mi boca del chocolate y le avisé a mi mamá.
Las hormigas en mi casa son una plaga, no podes dejar algo de comida que ya te lo atacan, aunque sea una miga. Durante el último tiempo se habían calmado igual, pero volvieron. Ella me recordó que ayer me había advertido que era mejor dejarlo en la heladera, pero como estaba envuelto en un film no creí que iban a poder ingresar. Me equivoqué claramente.
Nos tomamos entonces el tiempo de separar los pedazos de brownie que estaban más alejados de la superficie del plato en donde se encontraban las hormigas. Estaban encimados a otros así que probablemente no tuvieran hormigas. A todos aquellos los pusimos en un plato blanco. Cuando las hormigas ya se habían retirado del plato de melamina, pusimos al resto de en otro. Estuve como una hora observándolos por si encontraba alguna infiltrada. Logré captar tres del plato más afectado y una del menos.
Llegó un momento en donde me resultó tedioso mirar ambos platos, por lo que le asigné uno a mi mamá para que lo supervise. Media hora después, mi vieja me incentivó a comerme algunos trozos de brownies. Yo estaba muerta de hambre. La verdad es que les tenía un poco de desconfianza, pero ya habían pasado como dos horas así que tomé los brownies que habían estado menos expuestos y de los cuales no había salido ninguna hormiga y los comí con suspicacia. Ese fue mi desayuno: brownies esperemos que sin hormigas.
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