Salgo pa' la calle
"Hoy salgo pa' la calle má' fino y elegante
¿Qué? Fino y elegante"
-Daddy Yankee
Muy seria la cuestión.
Jueves 28/05/2020
Yo dormí muy bien, mamá no tanto. Mi gatita Sara la despertó a las 6am porque no tenía comida, pero estaba sin ella a propósito ya que teníamos que llevarla a hacer una ecografía y tenía que estar en ayunas. No paraba de maullarnos y nos sentimos re mal, pero en fin, era por su bien. Ya 9:30 procedimos a intentar ponerla en la transportadora. Sara es inteligente y notó que algo extraño andaba pasando, por lo que los siguientes diez minutos consistieron en dos humanas dándole vueltas a la casa para perseguir e intentar agarrar (sin que se les escapara) a la felina grisácea. Si bien costó, lo logramos.
Con todos los nervios encima nos pusimos nuestros zapatos, abrigo y por último el barbijo. Yo, abrazando al bolso violeta, cargué a Sara y caminamos unas quince o veinte cuadras hasta el centro de diagnóstico veterinario. Me crucé más gente de la que esperaba y recorrí calles que no transitaba desde hacía mucho tiempo. Cruzar Cabildo fue algo totalmente extraño, no pasaba por allí desde febrero, los locales estaban todos cerrados y no recuerdo haber visto ningún colectivo.
Cuando llegamos me senté con Sara encima en una silla de la sala de espera y mi vieja se dirigió hacia la recepcionista. Luego de haberle dado los datos de nuestra gatita, se sentó al lado mío y nos quedamos calladas un tiempo esperando, mirando para el frente en donde se encontraban bolsas de alimento especial para animales. Yo soy de angustiarme fácil, pero mi mamá más y encima no es buena disimulando, por lo que su miedo se notaba desde la esquina de enfrente. Hasta que no nos dieran algún resultado no pensaba angustiarme, además sé que no es conveniente hacerlo porque Sara lo puede notar y puede estresarse aún más.
Ella tiene VILEF, el virus de la "leucemia" de los gatitos, por lo que cualquier situación es más complicada. Nos enteramos de esto por febrero, cuando la tuvimos que operar porque se había tragado una gomita de pelo. Hoy la llevamos casualmente al centro de diagnóstico porque notamos que no estaba defecando bien y queríamos detectar a qué se debía y descartar que tuviese algún tumor relacionado al virus. Estuvimos un largo rato sosteniéndola mientras el ecógrafo detallaba todo con gran minuciosidad. Sara estuvo re tranquila, cosa que nos llamó la atención.
Bueno, por suerte no tenía nada relacionado a la enfermedad, pero sí estaba su intestino inflamado, por lo que fuimos luego a otra veterinaria para comprar una nueva alimentación. A la vuelta la llevó mamá, habíamos acordado eso. Debido a las normas tomadas a partir del COVID, mi vieja entró y yo me quedé afuera en un banco junto a otras tres personas que estaban esperando paradas para ser atendidas. Una de ellas era un hombre que tenía un perro muy tierno el cual intentaba ingresar a la veterinaria, luego había una mujer que fue a visitar a su perrito que estaba internado, y por último un hombre que iba a buscar a un perro para hacerle tránsito. Pude notar cómo había una sutil tensión y atracción entre estos dos últimos, pero lo único que logré escuchar con claridad fue qué hacía cada unx allí y que el hombre todavía no había visto ni una foto del perro.
Luego de unos minutos, mi vieja salió y caminamos unas cuatro cuadras hasta llegar a casa. En un contexto común y corriente hubiésemos cruzado en diagonal la plaza pero al estar cerrada la tuvimos que rodear. Ya en el ascensor, Sara percibió que estábamos llegando y presionó su cabeza contra la transportadora con la inútil intención de atravesarla. Al llegar nos quitamos absolutamente toda la ropa y la pusimos a lavar, desinfectamos todo y le dimos a Sara de comer.
¿Qué? Fino y elegante"
-Daddy Yankee
Muy seria la cuestión.
Jueves 28/05/2020
Yo dormí muy bien, mamá no tanto. Mi gatita Sara la despertó a las 6am porque no tenía comida, pero estaba sin ella a propósito ya que teníamos que llevarla a hacer una ecografía y tenía que estar en ayunas. No paraba de maullarnos y nos sentimos re mal, pero en fin, era por su bien. Ya 9:30 procedimos a intentar ponerla en la transportadora. Sara es inteligente y notó que algo extraño andaba pasando, por lo que los siguientes diez minutos consistieron en dos humanas dándole vueltas a la casa para perseguir e intentar agarrar (sin que se les escapara) a la felina grisácea. Si bien costó, lo logramos.
Con todos los nervios encima nos pusimos nuestros zapatos, abrigo y por último el barbijo. Yo, abrazando al bolso violeta, cargué a Sara y caminamos unas quince o veinte cuadras hasta el centro de diagnóstico veterinario. Me crucé más gente de la que esperaba y recorrí calles que no transitaba desde hacía mucho tiempo. Cruzar Cabildo fue algo totalmente extraño, no pasaba por allí desde febrero, los locales estaban todos cerrados y no recuerdo haber visto ningún colectivo.
Cuando llegamos me senté con Sara encima en una silla de la sala de espera y mi vieja se dirigió hacia la recepcionista. Luego de haberle dado los datos de nuestra gatita, se sentó al lado mío y nos quedamos calladas un tiempo esperando, mirando para el frente en donde se encontraban bolsas de alimento especial para animales. Yo soy de angustiarme fácil, pero mi mamá más y encima no es buena disimulando, por lo que su miedo se notaba desde la esquina de enfrente. Hasta que no nos dieran algún resultado no pensaba angustiarme, además sé que no es conveniente hacerlo porque Sara lo puede notar y puede estresarse aún más.
Ella tiene VILEF, el virus de la "leucemia" de los gatitos, por lo que cualquier situación es más complicada. Nos enteramos de esto por febrero, cuando la tuvimos que operar porque se había tragado una gomita de pelo. Hoy la llevamos casualmente al centro de diagnóstico porque notamos que no estaba defecando bien y queríamos detectar a qué se debía y descartar que tuviese algún tumor relacionado al virus. Estuvimos un largo rato sosteniéndola mientras el ecógrafo detallaba todo con gran minuciosidad. Sara estuvo re tranquila, cosa que nos llamó la atención.
Bueno, por suerte no tenía nada relacionado a la enfermedad, pero sí estaba su intestino inflamado, por lo que fuimos luego a otra veterinaria para comprar una nueva alimentación. A la vuelta la llevó mamá, habíamos acordado eso. Debido a las normas tomadas a partir del COVID, mi vieja entró y yo me quedé afuera en un banco junto a otras tres personas que estaban esperando paradas para ser atendidas. Una de ellas era un hombre que tenía un perro muy tierno el cual intentaba ingresar a la veterinaria, luego había una mujer que fue a visitar a su perrito que estaba internado, y por último un hombre que iba a buscar a un perro para hacerle tránsito. Pude notar cómo había una sutil tensión y atracción entre estos dos últimos, pero lo único que logré escuchar con claridad fue qué hacía cada unx allí y que el hombre todavía no había visto ni una foto del perro.
Luego de unos minutos, mi vieja salió y caminamos unas cuatro cuadras hasta llegar a casa. En un contexto común y corriente hubiésemos cruzado en diagonal la plaza pero al estar cerrada la tuvimos que rodear. Ya en el ascensor, Sara percibió que estábamos llegando y presionó su cabeza contra la transportadora con la inútil intención de atravesarla. Al llegar nos quitamos absolutamente toda la ropa y la pusimos a lavar, desinfectamos todo y le dimos a Sara de comer.
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