Reseña de los cuentos de Inés Garland
PÁGINA 12 | RADAR LIBROS
11 de noviembre de 2020
Libros para destacar: La arquitectura del océano, de Inés Garland
Por Malena Fabris
Su vida siempre en movimiento, sus escritos también. Inés Garland escribe desde sus once años, pero solo un empujón de un terapeuta la animó recién a los cuarenta y seis a participar de un concurso de escritura y así mostrar los textos que tenía guardados. En el transcurso de ese tiempo vivió todo tipo de experiencias, viajando desde Chile a Europa y Estados Unidos, siendo moza, niñera, empleada doméstica y guitarrista en Piazza Navonna. De viaje en viaje, la escritura siempre la acompañaba como un perro guardián que la protegía contra la soledad y que actuaba como catalizador de su existencia. Pasando por amores y desamores, volvió a Buenos Aires y trabajó como profesora de gimnasia, masajista y productora de un programa de televisión sobre escritores.
No es para nuestra sorpresa que tanto cambio y desplazamiento de un lugar a otro en su vida hayan influido en sus textos, dotándolos de temáticas de viajes y reflexiones.
En su libro La arquitectura del océano publicado en Buenos Aires en el año 2014, editorial Alfaguara, se pueden destacar muchos cuentos que si algo los une es el movimiento y los viajes. Como su nombre lo anticipa, en muchos de ellos se utiliza el recurso del océano, el mar y el río, cuyo fluir constante permiten conectar períodos de vacaciones que viven los personajes con las transformaciones que van a ir atravesando en sus viajes.
La mayoría de sus cuentos están relatados desde afuera, en una tercera persona. Sin embargo, todos se focalizan y adentran en un personaje en especial, que suele ser una mujer. Sus pensamientos, creencias, impresiones y subjetividades se manifiestan entonces de manera explícita permitiendo que aquella sea la temática central en cada uno de los cuentos. El cambio, por lo tanto, siempre es fundamentalmente interno, subjetivo, le pasa exclusivamente a el/la protagonista. De esta manera, se puede conectar mejor con el personaje, permitiendo internalizarse en su mentalidad, conociendo sus prejuicios, su inocencia, sus debilidades y su verdadero ser.
Como comenté anteriormente, es en el viaje donde ocurren los cambios, donde se despierta la nostalgia, como en “Nada que hacer” y “El último muelle”, o donde las tensiones familiares se manifiestan más explícitamente que nunca, como en “Oscar”, “El rayo verde” y “La cautiva”. En el caso de “La perra de tres dientes”, no podemos hablar de un viaje pero sí de un cambio de entorno. En este texto, a diferencia de los anteriormente nombrados, el protagonista es un hombre cuya identidad se ve desplegada en dos. Conviven en su persona dos mundos paralelos que parecieran antagónicos, exhibiendo así todas las facetas del mismo personaje: desde su buena apariencia hasta su machismo, su deseo, su violencia, sus debilidades.
Personalmente, la lectura de sus relatos, aunque amena, me resultó muy movilizadora. Todo cuento trata de despertar en uno/a tanto simpatía y afinidad como desagrado y repulsión. Los personajes no son ni sacralizados ni demonizados, a todos se los muestra como reales, fuera de idealizaciones y estereotipos, atravesados por situaciones y tópicos que incomodan y suelen despertar en el/la lectora sentimientos tanto positivos como negativos. Creo que es imposible leer uno de sus cuentos y no sentir nada, que parezca banal.
Pareciera que el objetivo de la autora es que quien lea tome posición en cuanto a agrados y desagrados a partir de la escritura sobre temáticas polémicas como lo son la xenofobia, la pedofilia, la sexualidad, el machismo, la violencia y el amor.
De esta forma, al leer sus escritos nos sumergimos casi sin darnos cuenta en realidades que probablemente no estén muy lejos de las nuestras, que visibilizan asuntos tabú desde un lado más genuino. ¿Podremos aceptar sentirnos identificadxs con los personajes de estas historias? ¿Hablará mal de nosotrxs? El tabú que pone en escena Inés llega para interpelarnos. A la hora de sentir afinidades con los personajes, habremos de aceptar que también sentimos afinidades con lo que les pasa, y así, con sus aspectos más “oscuros”. ¿O no son oscuros?
Garland nos obliga a cuestionarnos, incomodarnos y tal vez hasta emocionarnos utilizando distintas voces y relatando desde lo más profundo de las subjetividades, llegando así a todxs nosotrxs.
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