"Payasín"- Cuento propio
Payasín
Unos seis meses después de haber nacido, por octubre del 2001, su madre le compró un pequeño payaso de peluche. Tenía un gorrito celeste con pompón cosido a su cabeza llena de pelos de lana de unos cinco centímetros, los cuales sobresalían por su frente y los costados de su cara. Sus ojos, boca sonriente y nariz estaban bordados en la tela blanca y suave de plush, del mismo material que sus manos y pies redondos. Su cuerpo constaba de un enterito de toalla suave de tres colores pastel: verde, celeste y rosa; y en el medio de su pecho, un moño a rayas decorado en los mismos tonos. Dentro de su cuerpo suave sonaba un agradable cascabel. El payaso lo había comprado porque le parecía tierno, no era "creepy" como la mayoría a la venta. La mamá lo llamo "Payasín" o "Paya" para identificarlo más fácilmente, no hace falta explicar el por qué.
La bebé era de llorar bastante, y cada vez que su madre le hacía upa para calmarla, la niña enroscaba sus pequeños dedos tironeándole los pelos de la nuca. Ante tal sufrimiento, se le ocurrió poner a Paya entre medio de las dos. Inmediatamente, la bebé comenzó a "enrular" los pelos de la cabeza del peluche. Era su salvación.
La pequeña fue creciendo, siempre acompañada de su muñeco. Meta rulo al pelo. Cada vez que la niña tenía miedo, sobre todo a la noche, abrazaba a su Payasín. Era su consuelo, su compañero, su apoyo.
Cuando cursaba la primaria, un día fue a la casa de su mejor amiga Juana y vio que ella tenía el mismo peluche y lo había apodado de la misma forma. Compartían además muchas otras cosas y comenzaron entonces a estar todo el tiempo juntas.
Pasaron los años y la niña necesitó cada vez menos de Payasín, pasó a ser sobre todo un adorno en la cama, sin embargo, le seguía teniendo mucho cariño. Iniciado sexto grado, decidió invitar a su noviecito a casa, pero le daba vergüenza la presencia del peluche en su cuarto, así que decidió esconderlo en un cajón.
Años más tarde, haciendo limpieza de cuarto, lo encontró y decidió guardarlo en una caja con todos sus recuerdos de la infancia, pero a diferencia del resto, él tenía un significado especial. Ahora la niña llora, se dio cuenta que dejó de ser pequeña. Pero Payasín sigue igual que cuando lo dejó en la caja: con sus pelos de lana de apenas medio centímetro.
¡Hola Male!
ResponderEliminarMe re gustó tu cuento. Creo que tuve un payasín muy parecido a ése y corrió una suerte muy parecida.
El final del relato me hizo acordar a tu autobiografía, a la cuestión de ordenar papeles y recuerdos ¿Lo hiciste así a propósito? Me gustó mucho.
Un beso, nos vemos mañana 💜
Agus