Cambio de perspectiva

Primera escena: Graffiti

Años atrás, probablemente por marzo o abril, nos mandaron a leer para el colegio el cuento "Graffiti" de Cortázar. Lo había leído en el subte medio a las apuradas, sin estar prestando del todo atención al texto por todo aquello que me rodeaba. De todos modos, al comenzar la clase la profesora pidió que lo leyéramos en voz alta. Como siempre, nos íbamos turnando la lectura, pero a diferencia de otras ocasiones, esta parecía como si todxs estuviésemos particularmente interesadxs en ella. No había más movimiento que el simple pasar de hoja. En ese momento lo entendí. Allí, cuando lo leímos en conjunto, capte su esencia, cosa que no pude hacer entre los aprietos del subte.
Mientras mis compañeros y compañeras leían, yo me sentía cada vez más dentro de esa realidad represiva, dentro de ese régimen dictatorial. Sentía la angustia en primera persona, el miedo constante. Al finalizar el texto, hay un cambio en el narrador de segunda a primera persona que nos hace entender que quien relata todo el tiempo es la chica de los graffitis, y nos hace sentir así con mayor intensidad aquel contexto tan difícil en carne propia. El texto resultó ser hermoso, pero nunca dejó de ser angustiante, nunca dejó de hacernos sentir todo ese temor.
De la dictadura me había informado y había debatido por muchos años, sin embargo, al leer "Graffiti" pasé a ver la situación desde una perspectiva más personal.


Segunda escena: Testimonio

Un día de mi cuarto año de secundaria, estaba mirando mi inicio de Twitter cuando noté que una chica de mi colegio había compartido un texto que había escrito. Lo empecé a leer, contaba una historia sobre un chico que había abusado sexualmente de una chica mientras estaba inconsciente. Era muy impactante y doloroso. Al final del texto, ella explicó que no se trataba de una ficción sino de un testimonio: la chica del relato era ella, y el chico, uno de nuestro colegio. La sangre se me heló, me quedé en shock, un nudo en la garganta y los ojos llorosos. Apenas unos segundos después, me llegó un mensaje de mi mejor amiga preguntándome si lo había leído, ella estaba igual de afligida que yo. Desde ese instante supe que ese texto iba a cambiar las cosas, y mucho.
Ese testimonio y su difusión transformaron mi vida y la de un montón de gente para siempre. Gracias a ella que tuvo el coraje y la valentía de hablar, un montón de chicas que fueron abusadas pudieron alzar su voz también, no sintiéndose culpables, sino contenidas. El feminismo y la violencia de género fueron temas que empezaron a circular más seguido en el colegio. Empezamos a ser más conscientes de estas problemáticas y reclamamos a  las autoridades que tomaran parte en la situación y nos ayuden.
Más allá de mi interés en el feminismo previo al testimonio, ese texto cambió mi vida y le agradezco tanto a ella como a todo el movimiento.

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